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M2640
Espíritu y electricidad
por Martinus

1. El espíritu de Dios sobre las aguas
De la Biblia conocemos el concepto de «el espíritu de Dios sobre las aguas». Del mismo modo conocemos una declaración de Cristo, donde tiene una conversación nocturna con Nicodemo y dice: «El que no naciese de agua y de espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.» También conocemos el relato sobre «el espíritu santo», que vino sobre los apóstoles, y Cristo habló de «el portavoz, el espíritu santo» o «el espíritu de la verdad» que va a anunciar las cosas venideras y guiar a toda la verdad. ¿Qué se quiere decir con esto que «el espíritu de Dios se cernía sobre las aguas» y con la expresión «nacer de agua y espíritu»? El agua y el espíritu expresan dos realidades eternas, sin las cuales no habría surgido la Tierra y toda la vida en ella. Estas dos realidades las conocemos bajo otros términos. El «agua» en el relato bíblico es una expresión simbólica de lo que llamamos sustancia o materia. Tenía que haber algo de lo cual Dios podía crear la Tierra. Sin materia o sustancia no habría ninguna creación. Algo no puede venir de nada, al igual que algo no puede convertirse en nada. «Espíritu» significa conciencia, que es lo mismo que el área mental alrededor de un yo, la cual hace que éste aparezca como un ser vivo. La conciencia es el área del ser vivo donde están sus talentos y habilidades, a través de los cuales sus deseos, su voluntad, sus pensamientos y su conocimiento se despliegan.
2. Un conjunto orgánico cósmico de aparatos 
A través de nuestra conciencia experimentamos alegría y dolor, placer y disgusto, en fin, todo lo que llamamos nuestro destino. Desde la conciencia dirigimos también los movimientos de nuestro organismo físico y las acciones y formas de creación que se manifiestan a través de él. Tenemos habilidades y talentos, podemos desarrollar nuevas habilidades, y otras habilidades  están en degeneración. Todo está relacionado con la experiencia de la vida y los cambios en nuestras necesidades y deseos, que la experiencia de la vida lleva consigo. Toda esta transformación de la vida, que es una cadena de causas y efectos que crean nuevas causas, que a su vez dan lugar a nuevos efectos etc., no es, naturalmente, caótica u ocurre por «nada», sino que se debe a un aparato orgánico cósmico especial, que yo llamo la «supraconciencia» del ser vivo. Es desde esta supraconciencia que el ser mantiene su «subconciencia», que a su vez consta de dos realidades: «la conciencia diurna y nocturna», y también es desde la supraconciencia que crea su cuerpo físico. La supraconciencia es, así, la sede de la estructura eterna de la vida del ser vivo. En esta zona se encuentran los talentos y disposiciones del ser, concentrados en núcleos de talentos que sobreviven la muerte del cuerpo físico y existen detrás de su despliegue de vida y su experiencia después de la muerte. Desde la supraconciencia irradian también las fuerzas que construyen el feto en el útero de la madre en una nueva encarnación y siguen trabajando después del nacimiento con el crecimiento y desarrollo corporal.
3. Materia y movimiento – partículas y espacio vacío
Nuestro cuerpo físico se compone de materias o sustancias que están sujetas a procesos de transformación desde que es un embrión hasta que eventualmente se convierte en el cuerpo de un hombre o una mujer viejo. De la ciencia física sabemos que este cuerpo físico consta principalmente de agua, y en el simbolismo religioso el término «agua» es directamente símbolo de la materia. Pero esta «agua», este cuerpo material o físico está bajo transformación, es decir está en movimiento. Porque la transformación es una clase de movimiento. Y expresar movimiento es válido para toda clase de materia o sustancia.  Incluso las materias muy sólidas constan de partículas que se mueven en un espacio vacío, que es muchas veces mayor que las partículas. Es el mismo principio que encontramos, si estudiamos el cielo con sus planetas, soles y galaxias, o estudiamos la materia con sus células, moléculas y átomos. Si estudiamos los organismos de los seres vivos, encontramos que ellos también constituyen muchos tipos de movimientos, tanto en su estructura orgánica interna como en el espacio exterior. Pero ¿qué es lo que crea el movimiento en toda la materia? Y ¿qué crea los movimientos en el universo?
4. Un «algo» que no es materia
La materia en sí misma no puede moverse. El movimiento, en que toda la materia se encuentra, está causado por algo completamente diferente a la propia materia. Esto se revela como un hecho, dado que la materia está construida de acuerdo con un plan. Es llevada a dar lugar a procesos lógicos. Los organismos de los seres vivos, que constituyen las combinaciones de materia más altas y más perfectas de la vida, están construidos como instrumentos geniales al servicio de procesos creativos.
¿No es un hecho que la materia en casos particulares está formada como instrumentos sensoriales para la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto? ¿Por qué está la materia formada como manos y pies, que también son instrumentos geniales? ¿Y como corazón, pulmones, riñones, esqueleto y musculatura? ¿No es precisamente para cumplir objetivos específicos?  Pero, ¿para quién tienen que cumplir estos objetivos? Si sólo existiese la materia, no se podría formar de una manera así, tan útil. Tiene que haber «algo» cuya intención y propósito pueda cumplirse a través de esta transformación. Este «algo» no puede ser el propio organismo, que no es más que un instrumento que está dirigido. Este «algo» es el origen del organismo, que no es materia, y que por lo tanto no es accesible a la percepción directa. Es invisible, pero a través de su influencia y creación en la materia, se puede constatar su presencia.
5. Quietud o silencio, fuerza y movimiento
Sin la existencia de este «algo» sería imposible que existiera movimiento en la materia. Tanto los movimientos gigantescos en el mundo estelar del universo como los movimientos invisibles para nosotros en el microcosmos o el mundo de la materia serían una imposibilidad. Y la existencia de seres vivos sería imposible. Este «algo» posee una propiedad en virtud de la cual es un ser vivo, a saber, espíritu o conciencia. Es este ser vivo al que llamamos Dios, y es en este ser vivo que «vivimos, nos movemos y existimos», como también se dice en la Biblia. Del hombre se dice en el mismo libro que «está hecho a imagen y semejanza de Dios». Sí, pero ¿no somos nosotros mismos también un «algo» vivo, que por un lado experimenta la vida, y por otro lado se manifiesta a través de «las aguas» o la materia, tal como está compuesta de órganos y aparatos sensoriales, que en su conjunto forman un organismo? Este «algo» lo conocemos bajo el concepto del «yo». Cada ser humano es un ser vivo en virtud de su yo, su supraconciencia, su subconciencia y los órganos de manifestación de su conciencia. Pero sin supraconciencia no tendríamos ni subconciencia, ni conciencia diurna y nocturna, ni un cuerpo físico. Existiría el yo, pero sólo sería «algo que es» sin creación y experiencia. Sería silencio o quietud o falta de vida. El yo debe, como dijo Cristo, «nacer del agua y del espíritu», debe experimentarse a sí mismo en relación al movimiento. Y no basta con «agua», con sustancia o materia; el espíritu o la fuerza que da forma es necesaria para mover la materia.
6. El principio del hambre y la saciedad
El espíritu es la fuerza que en todas las situaciones mueve toda la materia tanto en el microcosmos como en el meso y el macrocosmos. Esta fuerza sólo es visible o accesible a los sentidos a través de las reacciones o movimientos que produce en la materia. Todas las formas de combinaciones de  materia, ya sean físicas o psíquicas, se han producido a través de espíritu. Como el espíritu es una fuerza de la conciencia, aparece como voluntad y detrás de lo que llamamos voluntad, hay un deseo, un hambre. Un hambre espiritual sólo se puede transformar en saciedad al ser satisfecha. Pero, ¿cómo surge tal deseo o tal hambre?
En el universo existe un principio eterno, en virtud del cual se mantiene toda la vida. Lo he llamado el principio del hambre y la saciedad. Las manifestaciones de este principio no sólo se limitan a la relación del ser vivo con la nutrición física. La transformación, la renovación y la evolución de todo el universo se basan en este principio. Los ciclos cósmicos de espiral son manifestaciones del principio del hambre y la saciedad.
En un ciclo así la humanidad terrena está comenzando a tener hambre de paz, de una vida humana perfecta y un destino más luminoso y más feliz. Con el tiempo esta hambre también puede satisfacerse, no por milagros o por alguna resolución dictatorial, sino porque poco a poco cada vez más hombres aprendan a crear los factores de fuerza espiritual y las combinaciones de materias psíquicas y físicas, cuyo efecto es la paz. Esto toma tiempo, y luego, durante un tiempo aún más largo, de hecho, en periodos inmensamente largos los hombres vivirán en la luz, como cocreadores divinos en el universo, es decir, como órganos de la conciencia primaria de la Divinidad, a través de la cual se manifiesta el espíritu santo o el mayor poder creador.
7. El ciclo eterno de los seres vivos a través de la conciencia primaria y secundaria de Dios.
Pero cuando todos los seres vivos son seres eternos, y el principio del hambre y la saciedad es un principio eterno de renovación y evolución en el universo, un día los seres se tienen que saciar del estado de luz y empezar a anhelar lo opuesto, que entonces será luz para ellos. Esto significa que a partir del «reino de la bienaventuranza» del ciclo actual empezaremos a emitir tales fuerzas de conciencia, cuyos efectos forman «el reino mineral», en un ciclo de espiral de evolución más alto, lo cual será el comienzo de una nueva «involución en la materia». Naturalmente es difícil comprender para los hombres de hoy, que se están saciando de todo tipo de manifestaciones oscuras, no sólo que una vez han anhelado tales formas de experiencia y manifestación de vida con tanta fuerza como ahora anhelan alejarse de ellas, sino que, en algún momento futuro, aunque sea tan alejado que no pueden percibirlo con cifras, otra vez van a anhelar algo similar. Obviamente no son los sufrimientos, que se van a desear, sino el poder, la afirmación de sí mismos y el egoísmo después del despliegue desde tiempos inmemoriales de amor al prójimo, de afecto y altruismo. Y tal como uno siembra, así cosechará,  es decir uno experimentará los efectos de su despliegue de poder, y así se crea la transformación o renovación de la conciencia. La vida es un proceso permanente de renovación de la Divinidad y de los hijos de Dios o de los seres vivos. Con la única diferencia que la Divinidad por toda la eternidad está en el apogeo de su conciencia primaria, en tanto que los seres, que en las espirales evolutivas pasan por los mundos más altos, son los instrumentos de creación y experiencia de Dios, mientras que los seres, que representan los estadios de planta, animal y hombre constituyen la conciencia secundaria de la Divinidad, donde al mismo tiempo se lleva a cabo la renovación de la conciencia de estos seres y la de Dios, al mismo tiempo que todas estas miríadas de seres vivos forman materias y universos el uno para el otro.
8. El deseo primario y el acto de voluntad
Los deseos de los seres se desencadenan, así, por un principio eterno, en virtud del cual se sienten atraídos hacia esferas y estados nuevos, que nunca van a ser una repetición de los detalles, aunque se repite el principio. A este principio lo he llamado «el deseo primario», que no es lo mismo que la voluntad. El deseo primario es el eterno deseo de vida o el hambre de la renovación de la vida, y en sí mismo es una garantía de que lo que llamamos «muerte» es sólo una ilusión. Este deseo tiene su sede en la supraconciencia del individuo, donde los núcleos de talentos del mismo individuo también se encuentran concentrados en «centros de espiral», es decir, centros permanentes de creación para los cuerpos de la subconciencia: el cuerpo del instinto, del peso, del sentimiento, de la inteligencia, de la intuición y de la memoria. Estos cuerpos forman la subconciencia del individuo, y a través de ellos puede percibir, experimentar y desarrollar su capacidad creadora. Toda manifestación o creación y por lo tanto los movimientos de la materia surgen de los impulsos de la supraconciencia del ser. Los impulsos son llevados  por el deseo primario y la energía madre hasta las fuerzas de la voluntad de los centros de espiral, es decir que el deseo primario y la voluntad de vivir se convierten en lo que el ser, en su estado actual, tiene capacidad para desear y realizar. A través de un impulso de los centros de espiral y los núcleos de talentos relacionados con la parte de la subconciencia que se llama la conciencia diurna, el ser será consciente de este impulso como un deseo, que ahora ha de transformarse en un acto de voluntad. Solo aquí hemos llegado a la parte del proceso que la ciencia física puede empezar a comprobar, es decir que se producen impulsos eléctricos en el cerebro. Pero, ¿qué es la electricidad?
Los hombres la utilizan en lámparas y motores, y están empezando a darse cuenta de que hay tensiones e impulsos eléctricos en ellos mismos. Sin embargo, la respuesta a lo que es la electricidad no puede darse simplemente por medio de la técnica física. La electricidad es fuerza de vida y por lo tanto una fuerza espiritual.
9. El uso de la electricidad
La ciencia y técnica físicas han avanzado mucho en este siglo en comparación con lo que se podía prestar en estas áreas en los siglos anteriores de nuestra época cultural. Este desarrollo enorme está en gran parte causado por el hecho de que se ha descubierto la electricidad y se la ha sabido explotar. El hombre moderno sólo tiene que pulsar unos botones, luego se enciende la luz, o un motor de una herramienta útil se pone en marcha o se enciende la radio o la televisión. Posiblemente este hombre prepara su comida usando la electricidad y va en tranvía y tren eléctrico para ir a trabajar, donde en una variedad de formas utiliza la electricidad en máquinas que van desde aparatos pequeños fácilmente manejables hasta gigantescos generadores y motores.
Todo esto es ya tan cotidiano y habitual que ya no se ve nada maravilloso en ello, o - si uno no es un profesional – tampoco se piensa en lo que realmente está pasando. Y el hombre no piensa de ningún modo en que, para poder servirse de estos aparatos y máquinas, de hecho, para poder hacer lo que quiere y piensa, también tiene que haber procesos eléctricos en su propio organismo. Todo movimiento es causado por tensiones producidas y nuevas tensiones que surgen. Los procesos eléctricos y químicos interactúan en nuestro organismo y en nuestro sistema nervioso, que es una maquinaria de estructura muy fina. Pero el ser vivo no es, como algunos científicos materialistas hacen a muchos creer, sólo una maquinaria electro-química. Es un ser vivo espiritual que utiliza la mencionada maquinaria tanto tiempo como le sea servible;  y aunque un hombre muere, como se suele decir, no es el ser vivo que ha muerto. Es su aparato orgánico que ha sufrido un cortocircuito. Al igual que la electricidad todavía existe aunque una lámpara o una máquina se rompan, el ser que vivificó este cuerpo con las fuerzas y tensiones eléctricas de su espíritu también existe después de la muerte de su cuerpo.
10. La religión y el materialismo serán reemplazados por una ciencia espiritual
Sin saberlo el hombre ha utilizado la electricidad mucho antes de haberla descubierto en la naturaleza y se le ocurrió utilizarla al servicio de la tecnología, y lo ha hecho porque ser un ser vivo es en realidad lo mismo que ser un ser eléctrico. El trabajo con los rayos y las ondas y las fuerzas electromagnéticas dentro del campo de la tecnología y la ciencia conducirá gradualmente a la humanidad a ser menos materialista, ya que se dará cuenta de que la materia, cualquier sustancia, no es sólo lo que parece ser. Se compone de partículas y espacio vacío, pero a través del «espacio vacío» corren rayos y ondas, y las partículas están rodeadas por campos de fuerza, que se componen de muchos tipos de vibraciones y longitudes de onda.
Naturalmente, estos descubrimientos no son suficientes para cambiar la actitud ante la vida de las personas, de ser materialista a convertirse en una actitud hacia el espíritu. Pero otros factores en el destino de la humanidad, entre otros las guerras, las enfermedades, las tensiones sociales, las dificultades económicas y los problemas sexuales llevarán a cada vez más personas a buscar. Un concepto materialista de la vida ya no es suficiente para ellas y la vieja actitud religiosa ante la vida basada en dogmas y fe ciega ya no les hace sentirse inspiradas. Será entonces más que natural que sea una ciencia espiritual que reemplace la religión y conduzca la ciencia física a la comprensión de las leyes espirituales y los principios eternos de la vida y del universo. En la ciencia del futuro hay, sin embargo, un factor que va a desempeñar un papel importante, lo que no hay en la ciencia de hoy, y es la moral.
11. Electricidad en tres dimensiones
A medio camino entre microcosmos, es decir los mundos de los órganos, células, moléculas y átomos y macrocosmos: los mundos de los planetas, sistemas solares y vías lácteas, los hombres experimentan el mundo, un mundo que por lo tanto se puede llamar «mesocosmos». Y al igual que son fuerzas eléctricas que están detrás de los movimientos en el micro y macrocosmos, también es la electricidad que pone en marcha los movimientos mesocósmicos. Desde un punto de vista cósmico, hay que distinguir entre electricidad macro, meso, y microcósmica, que ciertamente es toda ella una fuerza psíquica o materia psíquica, pero utilizada por seres vivos en el microcosmos, mesocosmos y macrocosmos respectivamente. Cuando la ciencia haya avanzado más en su desarrollo, reconocerá el concepto de «espíritu» y entenderá que el espíritu es una fuerza psíquica o materia en forma de rayos, manifestándose en tres dimensiones, correspondientes a los tres cosmos.
En nuestro tiempo los hombres no saben demasiado de las fuerzas espirituales, saben mucho más de la electricidad, aunque tampoco saben qué es la electricidad. ¿Qué es lo que los hombres generalmente llaman «electricidad», y utilizan ampliamente en sus motores y lámparas? Es electricidad macrocósmica, y esto quiere decir que es espíritu macrocósmico. Los hombres creen que la electricidad es una fuerza puramente física, porque hasta cierto punto la pueden medir, al igual que pueden medir las materias físicas. Esto, sin embargo, no cambia su análisis cósmico como espíritu macrocósmico. Es parte de la fuerza de la conciencia de la Tierra y por lo tanto forma parte de la estructura psíquica del mismo ser. Es una fuerza psíquica de un ciclo de espiral superior al de los hombres, un ciclo de espiral en el cual se encuentra la Tierra como ser vivo.
12. Electricidad y «magia»
Al igual que los hombres terrenos, hasta cierto grado, pueden manipular las materias físicas de la Tierra para así mantener su vida física - por ejemplo sembrando y cosechando los cultivos del campo y de otra manera extraer sus alimentos de la materia física, y construyendo casas, fabricando herramientas y maquinaria  etc. – de la misma manera también podrán poco a poco, hasta cierto punto, manipular la fuerza psíquica del planeta, aunque no tengan idea de que la Tierra es un ser vivo, en cuyo organismo se encuentran.
Sin embargo, este conocimiento ha existido y sigue existiendo en las personas que están iniciadas en las leyes de la vida. En el pasado había en la Tierra seres iniciados que tenían tareas específicas relacionadas con el desarrollo de la humanidad. Estos seres iniciados utilizaron en ciertas ocasiones una fuerza mágica, como se la llamó. Y los hombres de los tiempos posteriores han visto la magia como algo «sobrenatural». Todo lo que en la Biblia se cuenta acerca de los llamados eventos sobrenaturales en relación con el Arca de la Alianza y el Templo de Salomón han probablemente sido fenómenos eléctricos. Se cuenta directamente en la descripción de la construcción del templo en El Antiguo Testamento que había columnas de cobre rodeadas de alambres, de un mar de metal fundido y muchas otras cosas que generalmente se han percibido como adornos (nota 1). Pero ha sido una enorme pila eléctrica cuyas descargas en el acto de consagración del templo eran tan fuertes que los sacerdotes cayeron a tierra. Una nube de «la gloria del Señor» llenó la casa. Entonces alguien podría decir: «Bueno, no era más que electricidad.» Pero como en realidad esa persona no sabe qué es la electricidad, y ya que son las fuerzas eléctricas que, como fuerzas divinas, actúan tanto en el macro, el meso y el microcosmos, y que ocasionan toda la creación, transformación, destrucción y renovación del universo, es problemático utilizar la palabra «sólo» en este contexto.
13. De la magia, a través del materialismo, al dominio consciente de la fuerza de la vida
La idea no es que la electricidad sea utilizada como «magia» en la evolución de la humanidad. Pero era un factor importante en algunas de sus fases de evolución, mientras todavía estaba dirigida por seres iniciados que estaban encarnados en la materia física.
El conocimiento de estas fuerzas naturales más elevadas, que por los no iniciados se consideraron «sobrenaturales», casi se ha perdido para la humanidad, a medida que las encarnaciones de seres iniciados se hicieron cada vez más infrecuentes y su dirección física pasó cada vez más a seres no iniciados. Estos han llevado a la humanidad hacia el materialismo y el ateísmo, pero también hacia la ciencia y la tecnología. Ahora se conoce la electricidad y se la puede utilizar, pero no se sabe qué es. Pero al igual que la «magia» no va a volver, la electricidad no seguirá siendo algo que se cree que es físico y que no se sabe qué es. Es de suma importancia que los hombres terrenos aprendan a comprender y controlar las fuerzas eléctricas, no sólo la macroelectricidad, que llamamos «electricidad», y que de hecho es parte de la fuerza vital del ser Tierra, sino también la electricidad o la fuerza vital que fluye a través del propio sistema nervioso y organismo físico del hombre. Aquí es importante evitar cortocircuitos, porque las enfermedades, tanto mentales como físicas, y muchas otras miserias del hombre terreno son, de hecho, efectos de los cortocircuitos de la propia conciencia del hombre o cortocircuitos espirituales. Sabemos que la naturaleza que nos rodea, así como nuestro propio organismo, se compone de sustancias o materias sólidas, líquidas y gaseosas. El hombre de hoy también está empezando a saber algo acerca de que los rayos y ondas desempeñan un papel importante en la naturaleza y en nosotros mismos. Por lo tanto podemos añadir a las tres formas de materia la materia en forma de rayos. Sólo hay la diferencia significativa entre las tres primeras materias y la materia en forma de rayos que ésta última en su forma pura es totalmente inaccesible a la percepción física directa. Sólo puede ser conocida a través de su efecto en las materias físicas accesibles a los sentidos físicos.   
14. La solución al misterio de la materia: espíritu
Cuando experimentamos la capacidad de reacción de las materias físicas, sus colores y formas, su transformación, su aparición en estado sólido, líquido y gaseoso, su movimiento y vibración, todo esto está causado por la invisible fuerza o la materia en forma de rayos, que existe en estas materias y que es lo mismo que fuerza psíquica o espíritu. Con respecto a las materias en el propio organismo del hombre, se componen de microorganismos, que son cuerpos para microseres vivos, es decir, seres en ciclos de espiral inferiores. Cuando todos estos seres se encuentran en nuestro organismo y no en otro, es porque hemos atraído precisamente a estos seres con las vibraciones eléctricas y longitudes de onda de nuestra conciencia. En principio es por la misma razón que nos encontramos como microseres en el organismo del ser Tierra.  Es porque estamos en sintonía con este macroser, que nos ha atraído. De no ser así, habríamos nacido en otro planeta.
Existe, pues, un contacto muy preciso a nivel de rayos entre las energías psíquicas o en forma de rayos del macroser y las del microser. De no ser así, la fuerza de los microindividuos mencionados no podría continuar y así formar un organismo físico adecuado para el macroser.
La electricidad microcósmica es la conciencia, espíritu o fuerza psíquica de los microseres. Pero no es esta fuerza la que mantiene y renueva el organismo. Son las fuerzas de la conciencia del hombre, que lo hacen. Es el espíritu del hombre o la electricidad mesocósmica que, como una fuerza invisible, recorre todo el organismo. Cuando una persona muere, como lo llamamos, es decir, cuando su organismo físico se convierte en un cadáver, es esta fuerza invisible que lo ha dejado. El cuerpo ya no está vivificado por la electricidad mesocósmica; pero esta fuerza sigue existiendo ya que es una radiación de la supraconsciencia del ser. El «difunto» ya no experimenta ni crea en el plano físico a través de un organismo físico. Pero el ser en cuestión experimenta ahora el mundo formado por rayos, un mundo de rayos y ondas o un mundo espiritual, que es ni más ni menos natural que el mundo físico aunque las leyes funcionan de otra manera que en el plano físico.
15. El espíritu santo es espíritu que genera manifestaciones de amor
El ser vivo es, pues, ante todo un ser eléctrico o un ser espiritual. Y cuando empieza a entenderlo y a pensar y actuar basándose en este entendimiento, buena parte de su vida puede ser cambiada y por lo tanto toda la formación de su destino futuro. En especial tendrá importancia que entienda que el concepto de amor al prójimo tiene tanto una perspectiva microcósmica como mesocósmica. De la Biblia sólo conocemos la mesocósmica: nuestro prójimo como nuestro semejante en la vida cotidiana, poco a poco ampliada también a los animales y las plantas. Pero todos los seres vivos que viven, se mueven y se encuentran en nuestro organismo físico también son nuestros prójimos. ¿Por qué Cristo no nos lo dijo? Porque su entorno, y los hombres durante muchos siglos posteriores, no habrían podido entenderlo en absoluto. Les resultó bastante difícil entender mucho de lo que dijo. Sin embargo, dijo precisamente que el Padre enviaría el espíritu de la verdad, que tomaría de lo suyo y lo daría a los hombres y anunciaría las cosas venideras y guiaría a toda la verdad. A través del desarrollo de la ciencia física y de la técnica, se ha hecho hoy un trabajo preparatorio de manera que, cuando el hombre se canse de la visión materialista de la vida, pueda continuar este trabajo como una ciencia espiritual, y en este trabajo la cosmología será el factor inspirador. Pero como ya he mencionado: en esta ciencia la moral desempeñará un papel importante, no una moral que, señalando con el dedo dice: «No hagas» y «tienes que», sino una moral basada en la ley del amor al prójimo; también hacia nuestros prójimos en el microcosmos. El odio, la venganza, la ira, la amargura, la irritación, los celos, el mal humor, la ansiedad y la depresión son fuerzas psíquicas que no sólo crean caos y miseria en relación con nuestro prójimo en el mesocosmos. Estas energías o fuerzas psíquicas hacen al menos desastres igual de grandes en nuestro propio organismo que los cortocircuitos eléctricos. Si sólo se supiese los desastres naturales que un ataque colérico puede causar a los microseres que viven en la zona de nuestro corazón o pulmones. O qué efecto desastroso pueden tener una neurosis de ansiedad o una depresión para los seres que en su conjunto componen nuestras regiones del estómago, entonces los hombres intentarían controlar su mente un poco más. Al mismo tiempo, este tipo de ataques da disposiciones a las enfermedades, de hecho, pueden poner en marcha la enfermedad. También aquí tratamos mal a nuestro prójimo y tenemos que cosechar lo que hemos sembrado. Pero cuando el hombre abra su mente en amor a su prójimo tanto en el micro como en el mesocosmos, entonces el espíritu santo del Dios eterno atraerá a este ser hacia cada vez mayores horizontes de experiencia en su evolución eterna.
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Nota 1 (de la traductora): La Biblia, 1.R, 7,15, dice que las columnas estaban rodeadas de una especie de red o malla de metal. En 1R, 7,23 dice que el mar era una gran pila hecha de metal fundido.
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Título original danés: Ånd og elektricitet. De una conferencia dada el lunes 25 de abril de 1960 en el Instituto Martinus. El manuscrito de la conferencia ha sido revisado por Mogens Møller. Publicado por primera vez en la edición danesa de Kosmos n.º 34, 1970. Traducido del danés al castellano por Else Byskov con la colaboración del equipo de lengua castellana. ID de artículo: M2640.

© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk

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