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La educación del corazón
por Martinus
1. En el pasado los hombres estaban divididos en dos clases contrarias, una clase dominante y sus esclavos.
En nuestra sociedad civilizada todos conocen seguramente la expresión «la educación del corazón» (1). Pero esto no supone que todos también sepan lo que esta expresión encierra. Hay también, claro está, otra clase de educación, que designa la forma especial de vivir de las personas de la presunta sociedad distinguida. Antiguamente, esta sociedad estaba formada por personas de la familia real y la nobleza, pero a medida que la orientación democrática y el gobierno del pueblo fueron sustituyendo la monarquía absoluta, lo relativo a la sociedad elegante y distinguida se ha convertido en un concepto un poco vago. Hoy en día un obrero, un artesano o cualquier otra persona del denominado proletariado tiene acceso a los puestos más altos del estado, puede llegar a ser ministro, presidente y jefe de estado. Un estado así de cosas era impensable bajo el gobierno absoluto del rey y la nobleza. Entonces la población estaba totalmente dividida en dos clases contrarias, una clase dominante y sus esclavos. Esta última clase de esclavos estaba formada por ciudadanos y campesinos más o menos esclavizados, todos supeditados a los antojos de los príncipes y la nobleza. Era algo natural que niños nacidos en la clase dominante tuvieran que ser educados a comportarse con dignidad y tener ciertas cualidades que pudieran poner de relieve la nobleza de su cuna, de manera que rápidamente se pudiera ver que no eran hijos de proletarios. Se consideraba de suma importancia que uno pudiera comportarse conforme a su rango con respecto a su propia clase y ser arrogante con el proletariado o vulgo. Que quien tenía modales finos y mostraba una naturaleza cortés y agradable en los círculos distinguidos, al mismo tiempo, explotara al máximo a los campesinos de su propiedad, es más, hiciera quizá que los azotaran o fueran expuestos a otra tortura, no era sólo algo ante lo que se hacía la vista gorda, sino directamente algo que en muchos lugares formaba parte de «la educación». La gente tenía que mostrar respeto y reverencia hacia sus señores, hacia las personas reales y la nobleza, y si no hacían esto voluntariamente, se les obligaba a ello. El abismo que había entre la nobleza y el proletariado tenía que marcarse lo más posible, y cuanto más se mantuviera a la multitud en el primitivismo, más distinguida y prominente aparecía la nobleza o gente educada del pasado. Era un florecimiento de la vanidad y ansia de poder, y «la educación» sólo era una especie de «esmalte humano» sobre la mentalidad de la selva.
2. La clase alta creó muchos hermosos y artísticos valores culturales, pero, simultáneamente, a través de su opresión de la clase baja socavó su propia posición de poder
En la distinguida clase alta se competía en mostrar una cortesía especialmente exquisita, elegancia y caballerosidad mutua, y era igual de importante aventajar a los demás en ropa distinguida y elegancia exterior. Pero, tras la distinguida máscara de educación y cultura, acechaba el ansia de poder del reino animal, una ambición insaciable y un deseo de alcanzar la admiración y veneración de otros. Todo esto no se nombra, como algunos quizá puedan creer, para criticar y hablar despectivamente de quienes tuvieron una función de poder en el pasado de la humanidad, se trata sólo de un análisis de estados que tenían que ser así, pero que no deben seguir estando vigentes en la humanidad que va en camino de formas mucho más altas de educación. La vanidad y ansia de poder de dicha clase fueron, así, el medio o causa que hizo surgir las primeras formas de una cultura física más alta. Sus frutos son lo que conocemos como los hermosos palacios y las casas señoriales con sus salas de techos altos, sus refinados muebles, parques y jardines, innumerables obras de arte y muchos otros valores culturales. Esto fue creado para impresionar a las personas de su misma clase social y para infundir en el pueblo veneración y respeto, o sea, muchas variaciones de la admiración. ¡Y fue admirado! Estos palacios de la sociedad distinguida, con todo su lujo, fueron un ejemplo, una especie de modelo para los sueños del proletariado sobre el futuro. El inculto sirviente o esclavo, en un profundo estado de degradación tenía en lo más profundo de sí la esperanza de alcanzar alguna vez la libertad y superioridad de su señor. Cuanto más esclavizaba la clase alta a sus subordinados y ella misma vivía con esplendor y alegría, más creaba en la mente de los siervos o esclavos intensos anhelos de poder rápidamente vivir con una gloria semejante a la de los opresores. La libertad y el poder de estos opresores, su disfrute de los bienes de la vida con esplendor y magnificencia no podía dejar de ser aquello en lo que se centraban la esperanza y los sueños para el futuro del proletariado. Y esto llevó inevitablemente a la caída de los opresores. La opresión no puede, de hecho, existir jamás sin socavarse gradualmente a sí misma. Alimenta cada vez con más fuerza el fuego de rebelión que, como una fuerza interior, crece en los oprimidos para liberarse del yugo y alcanzar ellos mismos la libertad, el poder y el honor. El día menos pensado esta fuerza llega a ser tan fuerte que, como cada presión que origina una presión contraria, estalla la revolución y la clase alta es muerta o hecha esclava por la clase baja que, ahora, desplegará el celo de su poder y ocupará los puestos junto a la mesa bien servida del poder y la riqueza.
3. Muchas de las personas que hoy constituyen la aristocracia del dinero, que en gran parte gobierna el mundo, son esclavos y siervos del pasado
Un cambio de papeles así ha tenido lugar muchas veces a lo largo de la historia, y los nuevos señores han mostrado ser tan grandes tiranos como sus antecesores, si no han sido peores. Hoy es importante recordar que el celo del poder de la dictadura se ha extendido a una gran parte del mundo y muchas personas en su ingenuidad o ceguera política ejecutan sus órdenes y llevan leña a su hoguera destructora de cultura. Es cierto que en la Tierra ha comenzado a crecer algo que llamamos democracia y gobierno del pueblo y que, como ya se ha dicho, un obrero, un artesano o un campesino puede hoy ser primer ministro o presidente, y el pueblo elige él mismo su gobierno, pero, sin embargo, existen dos frentes que luchan el uno contra el otro: una aristocracia y un proletariado. Oficialmente la esclavitud ha sido abolida, y hay muy pocas propiedades y palacios que todavía están en manos de la vieja nobleza. Pero ha surgido una aristocracia del dinero, un poder de los negocios que de ninguna manera quiere renunciar a las ventajas ni al derecho de propiedad para servir al prójimo y, con ello, eliminar la guerra en el mundo. Ahora tienen los palacios o los refinados palacetes modernos, automóviles de lujo, yates de recreo y una plantilla de criados y todo lo que hoy forma parte de las elegantes reuniones sociales, además de toda «la educación» o «buen tono» que son modernos en nuestro tiempo. Muchas de estas personas son esclavos y siervos del pasado que ahora tienen la oportunidad de probar como es tener el poder y el respeto y la gloria. Pero mientras, al igual que sus antecesores hicieron, utilizan y explotan a otros hombres y viven bien a su costa, aunque esto tenga lugar de una manera un poco distinta que antes, con ello se socavarán a sí mismos y tarde o temprano «terminarán en la cuneta». Lo mismo puede decirse de quienes no tienen poder en el momento presente, pero sueñan en llegar a brillar y, por lo cual, en alto grado simpatizan con fines y medios que desprecian el bienestar y destino de sus semejantes, si solamente con estos medios ellos mismos pueden llegar a la cumbre. También ellos experimentarán tanto la dulzura del poder como la profunda caída de la degradación, indiferentemente de que estos verdaderos discípulos y aspirantes de la dictadura se inclinen hacia la dictadura del capital o la dictadura del poder totalitario.
4. Abandonar voluntariamente la mentalidad de señor y asumir la conciencia de servidor es lo mismo que dar vida
Pero, ¿tiene la vida en la Tierra que seguir siendo una lucha entre dos partes que se turnan en ejercer el poder a costa de la otra? No, esto es sólo un estado de transición, mientras el animal en el hombre tenga tanto poder que la educación sólo sea un camuflaje exterior y, simultáneamente, se base en vanidad y afán de brillar. A esta educación exterior se la puede denominar «educación de la carne», el estado de autoadoración y egoísmo, cuyo contraste es «la educación del corazón» que ha comenzado a crecer en la mente de muchas personas. La educación del corazón no tiene ningún camuflaje ni adorno, está desprovista de vanidad y deseo de poder. Las personas que poseen esta educación sienten la misma simpatía hacia su prójimo que hacia sí mismas. Prefieren sufrir ellas mismas que causarle al prójimo cualquier forma de sufrimiento. Tener la educación del corazón es lo mismo que ensalzar a su prójimo y relegarse uno mismo, abandonar la mentalidad de señor y asumir la conciencia de servidor es voluntario. Es lo mismo que dar la vida. Pero el que da su vida la poseerá, dijo Cristo, y el que no da su vida la perderá. La misión de Cristo fue mostrarles a los hombres que hay otra educación que la que tenía la sociedad distinguida, ya fueran fariseos o romanos. Cristo representaba la verdadera mentalidad de rey sin brillo ni «educación» exterior. La única corona que llevó fue la corona de espinas. Cristo marcó el nacimiento de una nueva cultura en este planeta en la que «la educación del corazón» sustituirá a «la educación de la carne».
5. El verdadero cristianismo y la educación del corazón es uno y lo mismo; es la conciencia de Cristo en el hombre concreto
Hay quienes creen que el cristianismo está llegando a su fin, que ha jugado su papel como factor cultural. Pero es un error muy grande. Lo que se ha denominado cristianismo, y que ciertamente está degenerando, es la forma exterior, el camuflaje de dogmatismo, ceremonias, brillante indumentaria, sacramentos, etc., que a lo largo del tiempo han sido, sin duda, un beneficio, aunque tras ellos haya podido desplegarse una mentalidad muy diferente a la que Cristo representaba. ¿No hemos visto, acaso, que la iglesia fue parte de la monarquía absoluta? Papas, cardenales, obispos y otros de los llamados príncipes de la iglesia, ¿no han, acaso, bendecido las armas y, en ciertas situaciones, empuñado ellos mismos la espada? La historia muestra que «la educación de la carne» ha sido hasta ahora el factor dominante en la evolución del cristianismo. Pero esto tampoco está dicho como una crítica, ha tenido que ser así, «la educación del corazón» no se desarrolla de una vez, sino a través de muchas vidas en las que el hombre aprende a ver a través del camuflaje y aprende, por medio de las experiencias de sufrimiento, cómo se cosecha cuando se siembra mentalidad de dominio o de clase alta. A través de esta creación de experiencias crece poco a poco «una nobleza nueva» entre los hombres de la Tierra. Porque, al igual que «la educación de la carne» tiene su «nobleza distinguida», «la educación del corazón» también tiene la suya. Pero hay la gran diferencia de que esta última educación no tiene ninguna clase baja. Aquí todos son iguales. La educación del corazón no se basa en vanidad ni es impulsada por un hambre insaciable de ser admirado y ensalzado. La educación del corazón es el cultivo y mantenimiento del bienestar de los demás. Como en todas las situaciones tiene esta orientación, no tiene nada que ocultar y nada con que engañar al prójimo u obligarlo a hacer. Se despliega en cada situación donde se exige amor al prójimo y es, en sí misma, exclusivamente amor al prójimo. No es sentimentalismo ni sensiblería exaltada. Para verdaderamente desplegarse en bien de la totalidad también tiene que estar mezclada con la inteligencia que, en una situación determinada, puede mostrar qué es lo más amoroso a hacer. El verdadero cristianismo y «la educación del corazón» son uno y lo mismo, es la conciencia de Cristo que, como una fuerza interior, se desarrolla en el hombre concreto. Podemos fácilmente presenciar que, en muchos casos, los representantes de «la educación del corazón» no tienen en absoluto el esmalte exterior o barniz cultural que los representantes de «la educación de la Carne» pueden usar para engañar a su entorno. Es muy probable que haya espléndidos representantes de esta nueva cultura que está surgiendo que tomen el cuchillo y el tenedor un poco torpemente y, por consiguiente, sean muy «poco educados» según la vieja escala. También puede suceder que aparezcan como hombres pobres, pero es mejor ser un representante del amor en harapos que un patán con ropa elegante.
6. La ciencia del espíritu será un factor inspirador para la creación de la verdadera democracia que, como una fuerza interior, surgirá en los hombres
A todos los hombres se les permite en diversas encarnaciones probar lo que significa estar arriba y abajo en la escala social, y a través de esta creación de experiencias surge poco a poco la necesidad de una sociedad donde no haya ninguna clase alta y clase baja, sino libertad, igualdad y fraternidad. Una sociedad así no podrá nunca surgir por medio de revoluciones, con ellas lo que antes estaba abajo pasa simplemente a estar arriba y a la inversa, y la nueva clase dominante crea una nueva forma de dictadura. La verdadera democracia tiene, por consiguiente, que brotar en los hombres como una fuerza interior, y aquí la ciencia del espíritu será un factor inspirador, porque, a través de ella, el hombre que busca comprenderá el despliegue de las fuerzas cósmicas, no sólo en el mundo que le rodea, sino también en su propia mente. «La educación del corazón» será un día el fundamento de la cultura que abarcará toda la humanidad de la Tierra, una verdadera paz mundial. Pero actualmente nos percatamos de la existencia de «la educación de la carne» y de «la educación del corazón», que son climas de pensamiento que tenemos en nuestra mente, y sólo donde «la educación del corazón», el amor al prójimo, se abre camino a través de la forma exterior se puede hablar de cultura humana.
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(1) Nota de la traductora: Antigua expresión danesa «hjertets dannelse» que se refiere a las facultades de tipo ético y humanitario adquiridas, no innatas.
De una conferencia en el Instituto Martinus el 7 de diciembre de 1947. Título original: Hjertets dannelse. El manuscrito de la conferencia ha sido revisado por Mogens Møller y aprobado por Martinus. Publicado por primera vez en la edición danesa de Carta de Contacto n.º 17, 1957. Traducción Martha Font. ID de artículo: M0650.
© Martinus Institut 1981, www.martinus.dk
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