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Capítulo 7
Por qué nuestra experimentación de la vida da lugar a la vivencia de un mundo «interior» y un mundo «exterior»
Así pues hemos visto aquí que toda la zona de existencia física es un mundo de pensamientos, dado que todos sus detalles constituyen pensamientos manifestados en materia física. Por consiguiente, con la ayuda de este análisis no es difícil comprender el mundo que en el habla cotidiana se denomina «mundo espiritual». Este mundo constituye, precisamente, ni más ni menos que la zona de nuestra experimentación de la vida de la que tenemos conciencia en nuestro pensamiento antes de que éste se manifieste en materia física. Dado que tenemos un organismo físico, en virtud del cual podemos transferir nuestro pensamiento a una manifestación en materia física, nuestra zona de experimentación de la vida aparece en dos campos particulares, a saber, el campo en el que creamos y experimentamos nuestro pensamiento en la denominada «materia espiritual», y el campo en el que creamos y experimentamos nuestro pensamiento en materia física. En realidad, nuestra creación en materia física es una copia de pensamientos que ya hemos creado en materia espiritual en nuestro mundo de pensamientos o conciencia. Estos pensamientos son, por lo tanto, los modelos de nuestra creación en materia física. En virtud de nuestro organismo físico podemos copiar nuestros pensamientos en materia física, del mismo modo que, también en virtud de este organismo o combinación de la facultad de percepción, podemos transportar las copias de pensamientos creadas así en materia física a la zona espiritual de nuestra manifestación de pensamientos o conciencia. Es en virtud de esto que sentimos o experimentamos que tenemos un mundo interior.


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