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Índice de ¿Qué es la verdad?   

 

 
Capítulo 25
¿Quiénes son los que «se condenan» y quiénes son los que «se salvan» con «la venida de Cristo»?
Pero, ¿quiénes son los condenados? ¿Hay alguna garantía de que no sean parientes de los que se salvan? ¿Puede una esposa ser totalmente feliz teniendo repentinamente que participar en un esplendor tal si, simultáneamente, su esposo se encuentra entre los condenados que van a ir al «fuego eterno donde hay llanto y rechinar de dientes»? ¿Sería mejor, acaso, si sucediese lo contrario, de modo que fuese la esposa la que se condenase y el marido el que se hallase entre los favorecidos? ¿Puede, acaso, una madre estar radiante de alegría en este esplendor si su hijo o hija se halla entre los que van a ser expulsados al infierno eterno? ¿Puede un hijo o una hija ser eternamente feliz pensando que su madre se va a quemar en «el fuego eterno»? Lo único que puedo comprender es que los seres que pueden ser totalmente felices con este favoritismo son seres que se hallan en la culminación del egoísmo, seres a los que les es totalmente indiferente el destino de sus personas queridas, siempre que ellos sobresalgan para recibir honor y gloria, sean halagados y elogiados. Esta multitud que se va a encontrar al «lado derecho» del juez supremo, ¿no está acaso compuesta de unos seres bastante imperfectos? ¿Cómo puede un reino celestial poblado con tales seres ser el dominio del amor? ¿No sería, acaso, más deseable una zona poblada de seres que renunciasen totalmente a este reino y a este favoritismo para quedarse con los que están al otro lado para ayudarlos, alentarlos y consolarlos en su gran desgracia o condenación eterna? ¿No es precisamente aquí donde tenemos a los seres que aman a sus semejantes como a sí mismos? ¿No dice, acaso, el mismo juez supremo: «Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos»? ¿No queda claro, con esto, que «la venida de Cristo entre nubes con gran poder y gloria» no debe comprenderse o interpretarse al pie de la letra, sino que esta forma de manifestarlo debe expresar que «la venida de Cristo» es un fenómeno espiritual o mental? ¿Y no vemos aquí que los seres que solamente pueden aceptar «la venida de Cristo» como un cumplimiento material de su mensaje interpretado al pie de la letra, son precisamente seres altamente incompletos para los que esta «venida», en realidad, todavía no tiene actualidad ni es necesaria? Esto significa que el anuncio de esta «venida de Cristo» no es en absoluto para estas personas, sino que está proyectada para una categoría muy distinta de seres, seres con una actitud mental muy distinta y con facultad de comprensión, seres que tienen la facultad de poder ver lo que se halla oculto tras las letras. Los seres que se consideran salvados, santos y bienaventurados han alcanzado la mayor felicidad que se puede alcanzar en su estadio evolutivo actual o provisional. Lo que les debe interpelar son otros fenómenos de la vida, fenómenos que los puedan hacer avanzar precisamente hacia estadios evolutivos superiores en los que su actitud con respecto a la vida exija una interpretación más amplia y más profunda de la terminología religiosa que la que sus simples letras expresan. Cuando hayan alcanzado estos estadios evolutivos se hallarán entre los hombres intelectuales avanzados que ya no pueden seguir creyendo en dogmas y ya no pueden recibir ayuda de un profeta ni de un predicador de dogmas. Estos hombres ya han terminado con la creencia en resultados materiales como lo único que da felicidad y, contrariamente, han comenzado a buscar, de un modo muy intenso, la verdad auténtica que se halla tras las aparentes casualidades, ilusiones y caos de la vida. Se han vuelto independientes en ésta su búsqueda. La verdad y solamente la verdad – no como dogmas y objetos de fe – es el problema predominante de los seres que se hallan en este estadio. «El hijo pródigo» se va alejando, en su caminar, de la oscuridad. Y con esta actitud en su pensamiento, sus sentimientos y en todo su ser encontrará el espíritu divino que eternamente «aletea sobre las aguas».


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