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89. CAPÍTULO

Las proporciones del macrocosmos y del microcosmos son para nosotros sólo una relación de perspectiva cósmica

Por lo tanto, enfocando su observación en su identidad como microindividuo, el individuo tiene el mayor acceso posible al micromundo, que existe. Aquí la revelación es hasta el cien por ciento. Aquí está el punto focal de la divina correspondencia paterna.
      Aquí se puede oponer que hay una gran diferencia entre nuestras propias vidas y las vidas de nuestros microindividuos. A esto, debo responder que efectivamente existe una diferencia, pero esta diferencia sólo aparece en detalles superficiales y no existe en género, sino sólo en grado. Los principios de vida son los mismos en todas las espirales, tanto en los suprayacentes como en los subyacentes. Por lo tanto, si uno con razón quiere averiguar lo que está pasando en una cremación, entonces hay que enfocar la conciencia en los microindividuos, ya que ellos aparecen como la periferia extrema de la percepción y, a pesar del microscopio, se desvanecen en las nieblas luminosas de esta periferia.
 
La capacidad de percepción del ser vivo y el universo
La capacidad de percepción del ser vivo y el universo
Todos los seres vivos aparecen en el contraste entre sí, que llamamos «evolución». Esta evolución aparece nuevamente como una escala creciente de diferentes peldaños desde una forma de experiencia de la vida aparentemente más pequeña a otra más prominente. Por lo tanto, cualquier ser vivo se encuentra en uno de estos peldaños de la escala. De nuevo, este peldaño será el centro de su observación o experiencia de los seres y las relaciones con otros peldaños. Esto a su vez significa que esos peldaños se convierten en una clase de «punto fijo», una especie de «medida» o el contraste con respecto al cual los seres y las relaciones con los demás peldaños serán juzgados y evaluados, serán percibidos por el ser mencionado.
      Justo en el punto de culminación del mismo peldaño se encuentra la experiencia del individuo de sí mismo o de su propia existencia. Esta experiencia será el enfoque de su percepción. La experiencia del mismo individuo de la vida de otro ser no puede ocurrir en este «enfoque», sino que inmediatamente aparecerá fuera. Como consecuencia, la experiencia de otro ser no puede ser tan clara como la experiencia del individuo de sí mismo. Y cuanto más lejos de este enfoque se encuentra el peldaño de otro ser, más indistintas y menos detalladas aparecerán las condiciones de vida de este ser para el origen del enfoque de la percepción. Por eso, cada ser vivo estará en cierta relación de perspectiva con sus semejantes, no sólo físicamente sino también espiritualmente.
      Dado que nuestro propio conjunto de experiencias y nuestra inteligencia son la fuente de luz ordinaria de nuestro punto focal, todo lo que se encuentra dentro de esta área estará fuertemente iluminada, ya que nuestra llama vital disminuye en fuerza, cuanto más se encuentra fuera del centro focal. Todo lo que está fuera de nuestra propia vida se encuentra más o menos distante de este punto focal y nos aparecerá correspondientemente más o menos indistinto y ajeno. Y cuanto más lejos del punto focal se encuentre una cosa, más se desvanecerá para al fin transformarse completamente en invisible.
      El campo de luz más brillante y más potente de esta área de percepción consiste, claro está, en nuestra propia vida y manifestación. En este símbolo, esto se expresa por el fuerte rayo de luz que emana de un cierto peldaño de la formación de escalera a la derecha, que precisamente ilustra la escala de evolución.
      El triángulo, del que emana el rayo, expresa un ser vivo. El rayo expresa el conjunto de percepción de este ser vivo. El objeto de esta percepción es el universo. Esto, a su vez, está expresado en el símbolo como la figura cónica vertical de la izquierda. De este universo el individuo percibe con más claridad la parte que constituye su propia vida y apariencia, la parte en la que él mismo crea o manifiesta.
      Esta parte en conjunto con la parte formada por los semejantes del mismo peldaño forma de nuevo, como se ha demostrado en mi libro «Lógica», la única base absoluta para que el individuo pueda reconocer la lógica absoluta, lo que significa la regularidad o matemática del universo. Sin esta realización será imposible manifestar un razonamiento al cien por cien lógico.
      Esta tierra natal del individuo en la escala evolutiva la expresamos como «el mesocosmos» y en el símbolo consiste en el campo que se encuentra justo en la culminación del rayo de luz. Fuera de este rayo de luz, el universo continúa hacia arriba en lo grande y hacia abajo en lo pequeño. Estas dos continuaciones se deben a ciertas circunstancias de perspectiva, que, como se mencionó en este libro, expresan «el cosmos de cerca» y «el cosmos remoto» respectivamente. De nuevo, debido a la misma perspectiva, los residentes de estos dos partes representan frente a nuestro propio peldaño de evolución «macro- y microindividuos», seres gigantes y pequeñísimos.
      Por la experiencia diaria de la vida, la experiencia de dolor y sufrimiento, la experiencia de amor y felicidad se nutre la llama de la vida del individuo y el rayo de luz se mantiene vivo, y es el resplandor del océano de luz del mismo Padre eterno, que en forma del Espíritu Santo revelará su proximidad, el misterio de la vida y el elemento tododominante del amor en el universo para el hijo de Dios maravillado.
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      Que algo aparece como microscópico y se desvanecen en las materias luminosas sólo expresa que se encuentra precisamente lo más lejos posible del área central clara y accesible del campo de percepción, lo que quiere decir el campo donde el individuo tiene su más alta capacidad de observación y análisis, el campo donde la correspondencia divina del Padre está en su punto más alto.
      Pero, de la misma manera que una cosa puede estar demasiado lejos del punto focal de la percepción y, por lo tanto, puede pasar inadvertido, de manera que desaparece como un pequeño punto sin detalles en la distancia, una cosa puede estar demasiado cerca de dicho punto focal y, por lo tanto, incluso con un solo detalle en su área, y puede llenar todo el campo de percepción y por lo tanto parece poco claro, enorme o macrocósmico. Microcosmos y macrocosmos son, en realidad, sólo relaciones de perspectiva espirituales.


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