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¿Es la cosmología una religión?


Pregunta
Un grupo de estudio manda una pregunta clara y concisa: Dado que Martinus le da a su obra conjunta el nombre de El Tercer Testamento,  ¿Es la cosmología una religión?

Respuesta
Para comprender esta problemática hay que recalcar que el principio religioso en sí, el instinto religioso en sí del ser es un fenómeno eterno, igual de eterno que el propio ser. Pero la forma en que este principio se manifiesta tiene necesariamente que cambiar con la evolución del ser.

Es un hecho que ninguna de las religiones mundiales, ni las asiáticas ni el cristianismo, han estado en condiciones de liberar a la humanidad del azote de la guerra, a pesar de que han predicado “amarás al prójimo como a ti mismo”, “no matarás”, “vuelve tu espada a su vaina…” etc. No, dice Martinus, porque estas religiones nunca han sido establecidas ni preparadas para darle al hombre claros análisis del misterio de la vida basados en la inteligencia. Estas religiones han sido en muy alto grado provechosas para la humanidad. Pero no son ninguna argumentación lógica con respecto a todas sus exigencias científicas. Al contrario, exigen obediencia y fe ciegas y rechazan cualquier intromisión de la razón con las palabras “Los caminos de Dios son inescrutables”. 

Para todas estas religiones mundiales está en vigor que no fueron creadas para una humanidad de seres con formación universitaria, sino al contrario para hombres que tienen o tenían la facultad de creer incondicionalmente. Por esto hoy vemos que los hombres que poseen esta facultad siguen “estando en condiciones de vivir a base de una experiencia de un sentimiento no definido de los más profundos problemas de la existencia”, y es a estos hombres a los que, por ejemplo, el Viejo y Nuevo Testamento ofrece sus resultados sobre la vida.

Pero, ¿qué hace entonces el hombre más acentuadamente intelectual, que tiene la impresión que las palabras de la Biblia son cada vez más vagas y más sin sentido? Aquí Martinus dice claramente que no ha habido la intención de que la Biblia tuviera que ser la expresión definitiva de la verdad. “Desde un punto de vista cósmico sólo ha tenido como misión u objetivo conducir a la parte de la humanidad, sobre la que ha tenido influencia, a través de unos estadios determinados del gran proceso que denominamos “evolución”. A medida que el hombre supera estos estadios, la misión de la Biblia termina”. En otras palabras, la misión de la Biblia nunca ha sino expresar el análisis definitivo de la verdad absoluta. Sólo tenía que expresar una localidad de esta verdad.

Entonces, ¿estamos totalmente desamparados con respecto a la solución en sí del misterio de la vida? No, de ninguna manera. Cristo manifestó, como sabemos, que “el Intercesor, el Espíritu Santo” iba a venir y enseñarles a los hombres todo lo que entonces no podían comprender. Y aquí no se trata de una persona concreta, de un nuevo Cristo o Mesías, sino al contrario de una ciencia espiritual, una serie de análisis coherente destinados a la facultad de la inteligencia y no a la facultad de creer ciegamente en las autoridades.

El propio Martinus lo expresa así: “Yo deseo que todos los seres tengan la libertad de pensar por ellos mismos y llegar a un razonamiento y convertirse en su propio redentor del mundo (…) Mi trabajo es de una naturaleza tal que pone al individuo en condiciones de pensar por sí mismo de manera libre e independiente. La solución del misterio de la vida se convierte en un hecho teórico para el ser. No se exige ninguna fe, ninguna sugestión. Mi trabajo le da conocimiento al ser. La misión de la redención del mundo ahora es, por consiguiente, darle al ser no fe, sino conocimiento. Y con un conocimiento independiente no se depende de mi, cosa que tendría lugar si sólo se tratase de fe.”

Lo que hace que los análisis cósmicos de Martinus sean tan trascendentales para los hombres que buscan es, precisamente, que demuestran lógicamente que “todo es muy bueno” y, de este modo, que también el denominado mal es, en realidad, “muy bueno”, aunque se percibe en muy alto grado como desagradable. Cuando, tras muchos y largos estudios, se ha comprendido esto teóricamente, entonces es innegablemente más fácil ser amoroso y comprensivo con todo y todos. Y con ello se tiene la base para poder vivir en paz con todos los que rodean a uno.

Hagamos constar, por lo tanto, que El Tercer Testamento no es un conjunto de nuevos dogmas, no es un nuevo objeto de fe, sino que es exclusivamente una ciencia espiritual. O como el mismo Martinus lo expresa: “Como mi trabajo es un análisis de la verdad, es una explicación científica de cómo tiene lugar que todo sea muy bueno; que sea el análisis de la vida misma no es nada de lo que yo pueda ser el origen. No tiene ningún origen, es el análisis de la propia vida, existe desde la eternidad a la eternidad. No es un análisis del ser de la Divinidad, que sólo es apropiado para una pequeña localidad del universo o para un breve periodo de tiempo concreto. Pero un análisis que jamás puede estar anticuado y muestra que todo es muy bueno, sólo puede ser la más alta verdad. Y como tal sólo puede ser ciencia del espíritu o constituir “el espíritu santo.”

En 1944 Martinus dio una conferencia con el título Ciencia del espíritu, y todas las citas precedentes son de esta conferencia. Al final de ella añadió algo muy importante: “…un conocimiento así de mi trabajo o de una serie de análisis así, que contienen todo el universo o la más alta estructura de la vida o del universo, no puede simplemente adquirirse con conferencias ni lectura. Aunque quizá se haya leído mi obra principal, Livets Bog (El Libro de la Vida), diez veces o tal vez se hayan escuchado cien conferencias, no se tendrá de ningún modo el verdadero conocimiento inalterable de dicho trabajo o verdadera identidad de los análisis como verdad absoluta e inalterable. Este conocimiento puede, naturalmente, alcanzarse teóricamente por medio de estudio, pero los análisis sólo se convierten en verdadera ciencia en el interior de uno cuando se viven. Únicamente entonces se convierten en el intercesor que se le ha prometido al ser, en lo que tiene que sustituir la dependencia del ser de un Mesías o Cristo. Sólo entonces el espíritu santo cubre con su sombra al ser, que así puede convertirse él mismo en uno con la verdad, el camino y la vida. Como mi trabajo, la serie de mis análisis cósmicos, produce exclusivamente estos efectos, es, por consiguiente, un hecho que es uno con la vida. Y como tal sólo puede tener o finalmente recibir la única denominación conveniente, la denominación de “ciencia del espíritu”.”
 
Así ha respondido el propio Martinus la pregunta: ¡El Tercer Testamento no es una nueva religión basada en la fe, sino una “ciencia espiritual”!

La conferencia mencionada existe como manuscrito y más adelante se publicará aquí en Kosmos. ¡Ya pueden empezar a alegrarse de su lectura!

(Hans Wittendorf, Kosmos n.º 5, 1999- edición en danés)

© Martinus Institut
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